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Espiral del Euskara

Espiral del Euskara

En marzo del 2010 se celebró en la UPV/EHU el trigésimo aniversario de la implantación de los primeros estudios universitarios en euskera. El proceso de la normalización del idioma comenzó poco a poco en la UPV/EHU. Curiosamente, fue la Facultad de Ciencia y Tecnología una de las pioneras y ofertó el primer curso completo en euskera de Biología, Geología y Química. Fue en el año académico 1979-80.

Personal docente y alumnado de la Facultad de Ciencia y Tecnología, que iniciaron sus estudios en euskera entre los cursos 1979-80 y 1984-85, plantaron árboles en el 'Arboretum' de la Universidad, situado justo detrás de ese centro.

En este lugar hay una pequeña placa conmemorativa de esta celebración, con el texto:

De la misma manera que el área cubierta por una espiral crece continuamente según se aleja de su punto de origen, así la experiencia de aquél grupo de primer curso de la Facultad de ciencia y Tecnología se ha desarrollado hasta el punto de que, treinta años más tarde, es posible estudiar en euskara la mayoría de las asignaturas impartidas en la UPV/EHU.
Los árboles plantados a lo largo de la espiral están ordenados evolutivamente. Las especies más antiguas están situadas en la parte más interna de la espiral y las más modernas y avanzadas se encuentran en su extremo. La universalidad, consubstancial con todo universitario, se manifiesta en el hecho de que esos árboles provienen de los cinco continentes.

Denok Batera

Denok Batera

Una tormenta de verano desmochó la copa de un gran pino; una vez comprobado  que el árbol está  totalmente muerto, se plantea la idea de realizar una escultura  en el contexto y recorrido del proyecto "arboretum".

Iñigo Varona, escultor y alumno de tercer ciclo del Dto. de Escultura de la Facultad de Bellas Artes,  asume la iniciativa y propone ejecutar una talla directa que parta del propio tronco.

El título de la obra "DENOK BATERA" está construida desde lo individual a lo colectivo. Desde la noción de monumento, esta obra ensalza y homenajea la colectividad como algo positivo y necesario para llegar a un fin.

Simbólicamente la pieza muestra unas personas imbricadas, unas encima de otras, soportando un gran tronco. Ese gran peso es soportado gracias  a todas las figuras; a su vez, el peso, es un vestigio que rememora la presencia de un árbol que existió y fue desmochado por una tormenta de aire.

La conservación de la parte superior del tronco testigo de lo que fue (memoria) y el uso de una policromía estudiada, permite la integración de la obra en el paisaje.