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Joxerramon Bengoetxea

Elecciones Europeas y Populismo Ultra: necesidad de tres narrativas sólidas

Catedrático de Filosofía del Derecho. Facultad de Derecho.

  • Cathedra

Fecha de primera publicación: 13/06/2024

Joxerramon Bengoetxea
Joxerramon Bengoetxea | Foto: Nuria González. UPV/EHU.

Han sido unas elecciones europeas y una vez más quienes se han negado a participar forman la nebulosa política más importante (50 %), una abstención que debería preocuparnos. Los resultados globales, de los 720 escaños del Europarlamento, han sido los siguientes:

Resultados de las elecciones europeas:
EPP 185 (+9)
S&D 137 (-2)
Renew-liberales 79 (-23)
ECR - extrema derecha 73 (+4)
ID ultraconservador 58 (+9)
Green/EFA 52 (-20)
Izquierda 36 (-1)
NI - no alineados 45
Otros 54

La pérdida más acusada es la de los liberales, aunque con un matiz: desaparece Ciudadanos (-7), el partido de Macron obtiene resultados muy pobres (-8), y los liberales británicos (LibDem) quedan fuera por el Brexit. La caída de 20 escaños de la coalición Verde/EFA se explica por sus escasos resultados en Alemania (-8) y Francia (-7) (sin los 3 escoceses del SNP), entre otros. Los resultados de Irlanda siguen sin conocerse (cada estado miembro, con su ley electoral propia, organiza y escruta las elecciones europeas según su cultura política, respetando, en todo caso, la representación proporcional; ello explica que en varios países hayan votado menores de 18 años).

Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo siempre son difíciles de comentar. La tendencia principal suele ser analizarlo con las gafas del propio país. En nuestro caso, el Rassemblement National (RN, del grupo europeo ID) es la candidatura ganadora en Iparralde, especialmente en Lapurdi; el PSOE en Navarra, Bizkaia y Araba; y Ahora Repúblicas (ERC, EH Bildu y BNG) en Gipuzkoa y en la CAPV en su conjunto. Pasando a los estados, en Francia el partido del presidente Macron ha perdido tantos escaños como los ganados por el joven Jordan Bardella para el RN. El presidente Macron acaba de disolver el Parlamento y convocar elecciones legislativas. Los primeros días de julio serán movidos: elecciones generales en el Reino Unido el 4 de julio, con una probable victoria de Labour y un varapalo para los tories, mientras que en Francia puede ganar la extrema derecha, forzando una cohabitation, con Macron en la presidencia y RN en el gobierno, hasta 2027. En el estado español, el resultado de las elecciones, en una guerra fría permanente entre el PP (22) y el PSOE (20), esboza una nueva forma de bipartidismo, más de bloques que de partidos. Hay fricciones por todas partes: entre las derechas extremas, entre las izquierdas confederales, entre catalanes soberanistas y entre abertzales. La ultraderecha española se bifurca ahora en dos grupos, emulando a la europea. En cambio, la extrema izquierda, unida en Europa, se desangra en una batalla hispánica fratricida. Son los soberanistas periféricos quienes encarnan ahora el proyecto confederal, de izquierdas y republicano. En cuanto a los liberales, prácticamente han desaparecido, engullidos por un PP bastante crecido, con la excepción del escaño del CEUS.

Podríamos seguir haciendo análisis "nacionales" de los resultados, pero no tenemos espacio suficiente. Pasemos a la perspectiva continental. En la Unión Europea los diputados europeos no elegirán directamente a la presidencia de la Comisión, ya que no rige el sistema spitzenkandidaten, pero el Consejo Europeo tendrá en cuenta los resultados de las elecciones y nombrará a la presidenta de la Comisión, buscando equilibrios entre dicha presidencia, Alta Representación de Acción Exterior, chair del Consejo Europeo, y principales comisarios y comisarias. En los últimos años ha operado una especie de macrocoalición entre populares, socialistas y liberales, con una holgada mayoría absoluta, gracias a la cual se han aprobado muchos proyectos y leyes muy importantes, además de vencer los desafíos de la pandemia. La clave principal ahora es qué grupos políticos van a alcanzar los nuevos consensos políticos. No estaba claro que se pudiera reeditar esta macrocoalición porque algunos pronósticos situaban a la extrema derecha populista como segunda fuerza, lo que hubiera impedido una coalición estable. Quizá por eso, entre los populares, algunos dirigentes empezaron a hacer "distinciones" entre los ultras populistas en un sospechoso ejercicio de eurowashing. Así, llegaron a condonar a la líder de los Hermanos de Italia, Meloni, como atlantista y defensora del estado de derecho. Ahora ya no será necesario: Ursula von der Leyen, al postularse como presidenta de la Comisión, ha restablecido las líneas rojas anteriores, excluyendo tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda; sin por ello disipar la duda de si los Verdes podrían integrarse en la macrocoalición.

Pero, ¿para qué serviría esa macrocoalición? Nuestra propuesta es que debería consolidar la gran narrativa del proyecto europeo y legitimar la integración cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa. Tres son las principales narrativas que se pueden avistar para la próxima legislatura 2024-2029: la propia democracia, la sostenibilidad (Agenda 2030) y la paz. No son dinámicas nuevas, pero su necesidad ha aumentado en la última legislatura.

  1. Decir que la democracia (y, de su mano, el estado de derecho y los derechos fundamentales) está en peligro no es puro alarmismo. Sabemos que la Unión Europea es una "democracia" sui generis, supranacional y compleja. Hace tiempo que hablamos de un déficit democrático, pero hoy en día, en muchos aspectos, el Parlamento Europeo, que nos representa como ciudadanía de la Unión, es ya el poder legislativo junto con el Consejo, que representa a los gobiernos de los estados miembros. Pero en la Unión Europea han aumentado las posiciones populistas que pueden comprometer la democracia; se han impuesto en Italia, Francia, Bélgica, Hungría o Austria y son segunda fuerza en Alemania, Polonia o Países Bajos. Toman como modelo la democracia «iliberal» y, aprovechando la mala imagen del neoliberalismo, difunden actitudes racistas, xenófobas, ultranacionalistas e islamófobas que perjudican la democracia y el estado de derecho. Los populismos ensalzan la nación y rechazan el federalismo o la "supranacionalidad". La Unión Europea es considerada su principal rival porque protege a las minorías y rechaza todo tipo de discriminaciones.
  2. La otra bestia negra de los ultras es la Agenda 2030. La sostenibilidad es el mayor reto que tenemos en el mundo. La UE se ha marcado objetivos ambiciosos en la lucha contra el cambio climático, energías renovables, reducción de residuos, mitigación de la contaminación, descenso de la dependencia de las energías fósiles, y los avances técnicos que todo ello requiere. Quizá ha tensado mucho en algunos campos: el sector primario se queja sobre todo de la carga burocrática. Pero, junto a la ecología, Europa también favorece la sostenibilidad económica y social; el cambio energético y la economía circular confluyen. Junto a ello, busca aumentar la productividad (se ha convertido en la principal preocupación ante EEUU y China porque somos menos competitivos) y si la riqueza que se genera se redistribuye bien, el sistema económico será más sostenible y se podrá mantener el modelo social. Las crecientes brechas económicas y el reto demográfico también preocupan. La baja natalidad, el envejecimiento y sus consecuencias difícilmente pueden equilibrarse si no se desarrolla una política abierta de inmigración. Pero la inmigración también plantea sus propios retos, por lo que desde la Comisión se propone garantizar el European way of life, sin saber muy bien cómo traducirlo en medidas compatibles con los valores proclamados en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea.
  3. La tercera o primera narrativa es la paz. Es el valor fundacional de la Unión Europea. El premio Nobel de la Paz de 2012 nos impone una responsabilidad especial. Pero la guerra emprendida por Rusia contra Ucrania pone en jaque a nuestro ethos e identidad pacifista y ha perturbado el panorama político. Ahora sabemos que la paz no se puede dar por segura, que hay que trabajarla. La Unión Europea necesita una política de paz consensuada, he aquí el reto de los próximos años, de la vieja política de defensa de los estados miembros, hacia una verdadera política de seguridad y defensa de la Unión y hacia una nueva manera de entender la paz, no sólo evitar la guerra y su amenaza, sino también para garantizar la seguridad ante los desastres ecológicos.

Estas tres dinámicas solo podrán afianzarse en el nuevo Parlamento Europeo si la amplia mayoría -incluidos los verdes y las izquierdas- rechaza los populismos negacionistas de las extremas derechas. El tiempo dirá. Mientras tanto, las aportaciones al conocimiento de las universidades europeas, como nuestra universidad pública vasca, serán cada vez más necesarias para avanzar en todas las vertientes de las tres grandes narrativas.